Palacio Real de Olite

El Palacio de los Reyes de Navarra de Olite o Castillo de Olite es una construcción de carácter cortesano y militar construida durante los siglos XIII y XIV. Fue la obra cumbre del rey Carlos III “el Noble” (1387-1425) y uno de los monumentos más reconocidos no solo de Navarra sino también de España.

Van a ser Carlos III y su esposa Doña Leonor los que promuevan la construcción del palacio que según cuentan tenía “tantas habitaciones como días tiene el año”. En su época supuso un derroche económico y de creatividad y lo hizo convertirse en uno de los palacios más suntuosos de su época en toda Europa.

El Palacio lo conforman diferentes torres, estancias, jardines, patios y galerías situados de forma irregular que le otorgan su característica silueta. Fue Leonor en el año 1399 la que mandó construir junto a la Iglesia de Santa María la capilla de San Jorge. 

A partir de 1400 su esposo, Carlos III “el Noble” continuará con la obra levantando primero el núcleo central donde estaba situada la cámara del rey y de la Reina, el mirador del Rey, la galería de yeserías mudéjares y las diferentes torres: la torre del Homenaje, la torre del Aljibe, la torre Ochavada, la torre de la Joyosa Guarda, la torre de las Tres Coronas o la torre de los Cuatro Vientos.

Pero no solo de torres se componía el Palacio ya que los monarcas dieron mucha importancia a los jardines reales como es el caso del Jardín de la Reina, situado junto a las cámaras reales.

Además contaba con otros patios inferiores, el patio de los Toronjales y la Pajarera así como jardines exteriores con todo tipo de vegetación, vides, frutales y hasta flores exóticas. 

Los animales también estuvieron presentes en la vida palaciega con una pajarera, ardillas, un estanque con cisnes, halcones y una gran cantidad de perros para las cacerías. Mención aparte merece la presencia de leones, camellos, gamos, avestruces, un lobo… conformando un magnífico zoológico. 

La vida en Palacio

Carlos III y Doña Leonor disfrutaron de unos fantásticos años en el Palacio, años en los que Olite gozó de prosperidad, paz y fastuosidad palaciega con fiestas, convites e incluso celebrando varias veces las Cortes del Reino. 

También se hacían torneos, caza en los términos de “la Falconera”, fiestas amenizadas por músicas y juglares, corridas de toros y la presencia de equilibristas, maestros de esgrima, bufones, danzas…

Pero no solo Carlos III y su esposa vivieron en él sino que también su hija Doña Blanca y su nieto el Príncipe de Viana pasaron bonitos momentos tras los muros de Palacio. Además, el joven príncipe se casó en Olite con la flamenca Agnes de Clèves. Tras la trágica muerte de Doña Blanca y a pesar de que el bando beaumontés siguió la causa del Príncipe para que pudiera reinar, el Palacio pasó a servir a Castilla terminando con todo su esplendor. 

El Palacio en la Edad Moderna

En 1512, tras la conquista de Navarra, el Palacio Real de Olite se convirtió en residencia de los virreyes al cuidado de un conserje, según lo acordado en las cortes que el propio Fernando el Católico convocó en Burgos en 1515.

Olite vivió en sus propias carnes el declive de la importancia política que había tenido en años anteriores y esto va a llevar al palacio a una fase de deterioro y abandono. 

En 1542, el emperador Carlos V paró en Olite en un momento delicado para las fornteras que estaban amenazadas por Francia. Años más tarde, en 1592, sería Felipe II quien esté en Olite así como Felipe IV en 1646, Felipe V en 1719 o Alfonso XII y su hijo Alfonso XIII, que ya solo conocieron la ruinas. 

Deterioro y ruinas en la Edad Moderna

Pero si hay un momento clave en la historia del Palacio Real de Olite es 1813, durante la Guerra de la Independencia. Ese año, el general Francisco Espoz y Mina ordena prenderle fuego y destruirlo totalmente para que los franceses no pudieran tomarlo y hacerse fuertes en él. 

En marzo de 1866, el poeta Gustavo Adolfo Becquer comprobó con sus propios ojos el estado deplorable en el que se encontraba el palacio y escribió sobre Olite en Notas de un viaje por Navarra: “La ciudad de Olite, célebre en la historia de Navarra por haber tenido en ella asiento algunos de sus reyes, está situada á la margen derecha del Zidacos y en una dilatada llanura, que riegan y fecundan las aguas de este río. Una vez la fantasía, templada á esta altura, fácilmente se reconstruyen los derruidos torreones, se levantan como por encanto los muros, cruje el puente levadizo bajo el herrado casco de los corceles de la regia cabalgata, las almenas se coronan de ballesteros, en los silenciosos patios se vuelve á oir la elegre algarabía de los licenciosos pajes, de los rudos hombres de armas y de la gente menuda del castillo que adiestran á volar á los azores, atraillan los perros, ó enfrenan los caballos. () Para el soñador, para el poeta; suponen poco los estragos del tiempo; lo que está caído se levanta, lo que no ve lo adivina, lo que ha muerto lo saca del sepulcro y le manda que ande, como Cristo á Lázaro.”

En 1913 el palacio fue adquirido por la Diputación Foral de Navarra y 10 años más tarde, en 1923 se convocó un concurso entre arquitectos para su remodelación. Los hermanos José y Javier Yárnoz Larrosa fueron los ganadores y en 1937 comenzó su reconstrucción. 

Fue declarado Monumento Nacional el 17 de enero de 1925 junto a la Iglesia de Santa María. 

En 2008 fue elegido primera maravilla medieval de España por la Revista Medieval.

En los últimos años ha sufrido diferentes obras y modificaciones para adaptarse a los nuevos tiempos: se ha mejorado el acceso con una rampa y nuevas escaleras así como con un ascensor en el interior.